"CARMEN C. ALBARRAN" (ÑA´CARMEN) "PERSONAJES POPULARES" (Por: José Javier Durán Romero)

CARMEN CECILIA ALBARRAN

ÑA´ CARMEN

Por: José Javier Duran Romero 2018.

CRONISTA OFICIAL DEL MUNICIPIO JOSE RAFAEL REVENGA-ESTADO ARAGUA -VENEZUELA
CRONISTA COMUNAL DEL CENTRO NACIONAL DE HISTORIA DE VENEZUELA

   Hay seres humanos, que aunque no son “personajes populares” o “patrimonios culturales”, son ejemplo de bondad y amor…

   Son  callados en su acción de vida, pero con “gran voz silenciosa” de enseñanza y ejemplo…
  Y aunque provienen de lugares lejanos, han acogido a este pueblo de El Consejo, con tanto amor y cariño, como si fuera su tierra natal. Tanto así, que con el pasar del tiempo, han decidido desde lo más profundo de su corazón, quedarse a vivir en el, por el resto que le quede se su longeva vida, en este su nuevo terruño.

   A la persona a quien me refiero, es para mí: “humildad, ternura y calma”. Es madre de una gran amiga (Esther), pero también es madre de mi hermano querido, hoy mi compadre y amigo (Francisco Javier Matíns).

   Esta noble y buena mujer, desde hace más de veinte años que la conozco, me ha recibido y atendido como a un hijo más en su casa y corazón, cada vez que estoy allí de visita.

   Carmen Cecilia Albarrán es su nombre de pila, pero para mí es “Ña´ Carmen”, como siempre pregunto a mi compadre, cuando quiero saber de ella.

   Nació un 24 de noviembre de 1934, hace ya 84 años, en el colorido pueblo de Mucuchíes en el estado Mérida. Es la menor de cuatro hermanos, aunque sus dos hermanos mayores nunca llego a conocerlos, porque fallecieron prácticamente siendo infantes. Solo convivio con su hermana mayor Carmen Josefina de las Mercedes Albarrán, ellas dos fueron parteadas por la comadrona de la comunidad.

  Su madre, Emerejilda Albarrán, pero como Carmen me cuenta que: -”le decían a mi madre Emerejilda Gómez, por el nombre de la esposa de El Benemérito”, oriunda del mismo pueblo de Mucuchíes, de profesión oficios del hogar y agricultora. Su padre, Constantino Mendoza, también de Mucuchíes y de profesión agricultor.

   Parte de su infancia la vivió entre: las verdes montañas, frailejones, manantiales de agua fresca y cristalina, y las frías brizas de los páramos andinos.  Acobijándose en su cálido y humilde hogar, echo de piedras y techo de paja, con una cerca de piedras y muchas flores en el jardín.

  Comenzó a trabajar desde la corta edad de 8 añitos, como cuidadora de niños, mientras su madre laboraba en el campo. Paralelo a esto, también había comenzado a estudiar su primer grado en una escuela del sector. En los grandes y productivos campos, aprendió de sus padres la siembra de: papas, trigo, abas, cebada y otros rubros que allí se daban, para el sustento dela familia y para la venta.

  Carmen nos cuenta: -“para esos tiempos, el pueblo era muy tranquilo y con pocas casas de piedra, ahora me cuentan que el gobierno hizo muchas casas, aunque yo tengo más de cuarenta años que no lo visito…”.

  Desde muy pequeña aprendió también los oficios del hogar que le enseño su madre, dice Carmen: -“…mi madre me dejaba en casa haciendo los oficios, mientras ella se iba al campo a labrar la tierra, y yo me iba detrás de ella a ver lo que hacía en el campo y yo aprender…”.

  Luego de varios años, Carmen, su hermana y su madre se despidieron un día de Mucuchíes y se mudaron a Mérida, a una casa cerca de la catedral, su madre comenzó a trabajar en casas haciendo los oficios y Carmen  cuidando niños que era su especialidad en casas de familias.

  De Mérida se mudan las tres a Maracaibo unos años más tarde, allí había una señora buscado muchacha para cuidar un niño y comenzó Carmen inmediatamente a trabajar, al igual que su madre y su hermana haciendo oficios del hogar. También en Maracaibo logro cursar el segundo y tercer grado de primaria.

   De Maracaibo de muda a Barquisimeto un año antes de la caída de Pérez Giménez, trabajando igual ella, su hermana y su madre. Ya siendo una adolecente se van a Caracas a vivir y llegan a residenciarse en los Frailes de Catia. Allí consigue trabajo en una fábrica de textiles y aprende el arte de la costura. También por un tiempo trabajo en la plaza Bolívar tomando fotos a los visitantes.

   Para la década de los setenta, sufre la desaparición física de su madre, la cual le dejo un profundo pesar, pero que también lleva en sus recuerdos todo lo bello vivido y aprendido de ella, que la llena de satisfacción.

   Se retira de la fábrica y durante muchos años ejerce la profesión de costurera, durante ese tiempo mantienen una relación amorosa y de ella nacen sus primeras dos hijas: María Coromoto Esther.  Luego de varios años, conoce al que fue el verdadero amor de su vida y su compañero  el sr. Manuel Francisco Martins, de esa relación nacieron: Pedro Manuel Francisco Javier (mi compadre querido).  

  Para el año de 1985 adquieren una vivienda en la nueva Urb. Las Luisas II del pueblo de El Consejo, su actual residencia. Ya para ese tiempo Carmen se había retirado de sus trabajos, quedando solo quedo al cuido y amparo de sus cuatro hijos y su esposo amado. Carmen nos cuenta que: -“cuando yo llegue al El Consejo, era muy tranquilo y agradable en comparación con la capital, por eso me gusto y aquí estoy todavía…”.

  Ya viviendo en El Consejo, también pierde físicamente a su hijo Pedro Manuel, de un trágico accidente automovilístico, pena de la cual ninguna madre logra sanar, sino simplemente continuar su vida con un dolor silencioso y de resignación.

   Su esposo también fallece de una enfermedad, varias décadas después, y Carmen se queda con el apoyo y amor de sus seres queridos que nunca la desamparan y la atienden en todo momento.

  Para estos tiempos, Carmen ya es abuela de seis nietas: YosmaryYoselynYolismar, IsabelYenisa y Alexandra; y tres bisnietos: María FernandaLuisana Isabel y María Victoria. Ellos juntos a sus hijos son su razón de vida y lucha, me confiesa que está profundamente orgullosa de su familia, que para ella ha valido la pena haber trabajado desde muy niña, porque dios le permitió tener unos padres ejemplares, un esposo maravilloso y consecuente, unos hijos hechos y derechos y de unos nietos y bisnietos con un bello futuro por venir…


  Por mi parte me causa gran sentimiento y placer, poder haber escrito esta pequeña pero muy valiosa historia de vida, de que Carmen me permitiera viajar un poco entre sus recuerdos y memorias, para poderlas dejárselas a ustedes queridos amigos y amigas, como parte del legado histórico para este pueblo y municipio. De una gran y maravillosa mujer, que entre su humildad y calma, lleva toda una experiencia y vivencia, ejemplo de vida y trabajo para las futras generaciones…


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